Beolab 28
Altavoces estéreo inalámbricos de alta resolución
Customisable
16.500 €
La historia de Beolab
En sus inicios, el término Beolab estaba destinado a amplificadores. En los años 60 y 70, un amplificador era una unidad independiente, un componente extremadamente sofisticado de un sistema con radio y altavoces conectados. La intensa competencia que planteaban los fabricantes japoneses requería de nosotros la declaración de intenciones de que Bang & Olufsen no representaba únicamente un diseño bonito, sino también pura tecnología e innovación. En los albores de la alta fidelidad, los ingenieros de Bang & Olufsen se propusieron desarrollar el sistema de alta fidelidad perfecto: la serie Beolab 5000, que vio la luz en 1967. La tarea rezaba: crear el formato europeo de alta fidelidad, que transmita potencia, precisión e identidad. El nombre Beolab, inspirado en los laboratorios (lab) de Bang & Olufsen (Beo) fue el escogido para plasmar esta declaración de intenciones. Además, el diseñador Jacob Jensen se dejó inspirar intensamente por el entorno del laboratorio. Se basó en una herramienta habitual en los laboratorios de aquel entonces, la regla de cálculo, para su diseño de Beolab 5000.
Hoy en día es difícil comprender lo radical que resultó el Beolab Penta en 1986. Por aquel entonces, el altavoz habitual de todo hogar era una gran caja cuadrada realizada principalmente en madera. Este era también el caso de los altavoces de Bang & Olufsen.
Pero los ingenieros de la casa, participando en un gran proyecto de investigación denominado “Arquímedes”, hallaron que el diseño de la caja aportaba reflejos no deseados procedentes de paredes y techos que repercutían negativamente en el rendimiento sonoro. Para evitar este problema, comenzaron a trabajar en un concepto que pudiera dirigir las frecuencias, especialmente agudos y gamas medias, en mayor medida hacia el oyente.
Así dieron con el diseño de columna de Beolab Penta, nunca visto hasta entonces en el segmento de altavoces para salones, no solamente por su ubicación de las unidades de altavoz (que dirigían el sonido específicamente hacia el oyente), sino también por su armario pentagonal, que reducía las ondas y vibraciones producidas dentro del mismo.
Con el lanzamiento del primer altavoz semiactivo, Beolab Penta, la unidad de amplificador se trasladó del módulo de sintonización y se ubicó en el interior del altavoz de columna por primera vez. A Beolab Penta lo siguieron más diseños de altavoz plenamente activo en el que cada unidad contaba con su propio amplificador. Por tanto, este componente ya no era necesario como unidad independiente. El término Beolab se empleó para todos los altavoces activos y permitió así distinguirlos fácilmente de los altavoces pasivos (Beovox).
Cómo acercamos el amplificador a las unidades de altavoz Tratando de crear un altavoz de auténtico gran rendimiento, nuestros ingenieros pretendían también reducir la distancia entre el amplificador y las unidades de altavoz.
Por aquel entonces, un amplificador era una unidad independiente situada habitualmente junto a la radio y que estaba conectada por cables que discurrían hasta los altavoces. Al acercar el amplificador a las unidades de altavoz, se redujeron las pérdidas provocadas por la longitud de los cables. En el caso de Beolab Penta, el amplificador se situó al pie de cada columna.
El altavoz se convirtió así en parte del mobiliario, ocupando poco espacio y aportando una superficie reflectante. Además de dirigir el sonido al oyente, el diseño de columna presentaba otra ventaja. El espacio ocupado en el salón era relativamente pequeño. Además, diseñando el altavoz con una superficie reflectante de acero inoxidable, este tomaba el color de su entorno y se fundía con el diseño del espacio. Los diseñadores Lone y Gideon Lindinger-Löwy fueron las mentes brillantes que idearon este innovador diseño, que logró alejar el altavoz de la pared y traerlo a una posición de protagonismo en la estancia por primera vez. Esbelto como una escultura de Giacometti y basado en un principio acústico de fuente lineal, Penta contaba con graves especialmente potentes despojados del estruendo tan habitual que provocaban los reflejos del suelo en otros grandes altavoces.
Un producto caro que justificaba su precio Por aquel entonces, los distribuidores de Bang & Olufsen pensaban que Beolab Penta nunca triunfaría, porque su precio era elevado y su diseño era quizá demasiado atrevido. Por supuesto, estas predicciones demostraron ser falsas y aún hoy en día multitud de entusiastas en todo el mundo hablan de Beolab Penta como un producto claramente revolucionario.
El diseño de columna abrió una nueva era. El diseño de columna se ha convertido desde entonces en un diseño característico de muchos altavoces populares de la casa Bang & Olufsen: Beolab 8000, Beolab 6000, Beolab 8002 y 6002, Beolab 1 y Beolab 18... y es probablemente el diseño de altavoz más imitado de todos los tiempos.
Beolab 8000, introducido en 1992, fue el primer altavoz de columna plenamente activo. Se convirtió en la siguiente etapa de una serie de columnas de sonido compactas y delgadas para su ubicación en el suelo. Beolab 8000 fue un diseño de David Lewis, que se dejó inspirar por un tubo de órgano que halló en un mercadillo. Le impactó este símbolo que no solamente era representativo de la música, sino que además contaba en su diseño con propiedades de ligereza y perennidad y desvelaban así un concepto que podía resultar de lo más perdurable en el hogar.
El requisito previo fundamental para la consecución de este diseño fue el desarrollo de nuevas tecnologías de altavoces de columna plenamente activos. Beolab 8000 se reencarnó en 2016 como Beolab 18, un producto de sonido emblemático y seductor que ofrecía lente acústica, elegantes láminas de madera en su parte frontal y se había desarrollado a partir de un nuevo motor sonoro digital. Contaba con un módulo inalámbrico integrado, gracias al cual Beolab 18 podía conectarse a cualquier transmisor compatible con WiSA para evitar así la necesidad de cables de altavoz. La combinación de Beolab 18 y Beosound Core apuntaba a un futuro en el que todas las fuentes de <i>streaming</i> estarían disponibles, ya fuera mediante Wi-Fi o Bluetooth, y todo en un diseño emblemático y perdurable.
Discreto en su aspecto, contundente en su rendimiento Tal era la esencia de Beolab 6000. Se lanzó como resultado de una invención desarrollada en los laboratorios estadounidenses de Dolby. Tras un viaje prospectivo a los Estados Unidos con paradas en los laboratorios de Dolby, Boston Medialab, el centro Epcot, Hollywood y Lucasfilm, el equipo de diseño de Bang & Olufsen tuvo claro que el sonido multicanal y las soluciones de cine en casa serían la siguiente revolución del sector. Contar con la no desdeñable cifra de cinco altavoces en el hogar era un importante obstáculo que era necesario salvar.
El diseñador David Lewis desarrolló Beolab 6000 a partir de un concepto de altavoz que trazase en el aire delgadas líneas invisibles que pudieran repetirse una y otra vez. Unas líneas tan insignificantes que apenas se percibieran. La tarea era complicada, porque cualquier elemento de singularidad se vuelve tedioso cuando ya se tiene muy visto.
Aluminio para los armarios de altavoz El resultado fue un tubo de aluminio pulido en un acabado de alto brillo que incorporaba tela negra en su parte frontal y podía reflejar así el entorno y, de esta manera, fundirse prácticamente en el espacio de interior. El uso del aluminio para los armarios de altavoz se ha aplicado desde entonces a muchas otras soluciones. Desde entonces, la ventaja de fundirse en el espacio de interior y de ser un material robusto, delgado y rígido que adquiere fácilmente cualquier forma deseada ha hecho del aluminio un material predilecto para diseñadores e ingenieros acústicos por igual.
El constante conflicto entre rendimiento y diseño se resolvió de muchas y diferentes maneras. Con Beolab 4000, Bang & Olufsen trató de crear un altavoz para estante que pudiera colocarse en prácticamente cualquier sitio. Sin embargo, los amplificadores integrados irradiaban demasiado calor como para que se aprobase el producto. El diseñador David Lewis resolvió este problema al integrar el disipador térmico mediante una forma geométrica que permitía distribuir el calor a partir de grandes superficies curvas.
Versátiles opciones de ubicación Beolab 4000 contaba con otras muchas ventajas, tales como su diseño curvo, que permitía una multitud de opciones de ubicación: en sistemas de estantes, en pedestales sobre el suelo, en techos o en esquinas. Además de la multitud de opciones de ubicación a lo largo de los años, Beolab 4000 se lanzó también en una amplia gama de atrevidos colores. Esta versatilidad ha aportado a Beolab 4000 una gran vida útil. Beolab 17 tomó el relevo de esta idea para traer a la era moderna el concepto de un versátil altavoz para estante con multitud de opciones de ubicación.
Beolab 3: compacto hasta lo inimaginable Beolab 3 es el resultado de estar en el lugar y momento oportunos, al ser una síntesis perfecta de todas las tecnologías disponibles por aquel entonces y de la ambición de un diseñador por hacer de lo pequeño algo muy grande. Las unidades de graves ocupan mucho sitio en un altavoz, por lo que siempre ha sido un reto lograr el rendimiento de graves suficiente en altavoces pequeños que pudieran colocarse en cualquier sitio.
Beolab 3 se concentró en dos elementos fundamentales: el aspecto compacto con una forma combinada de esfera y cubo y la lente acústica de su parte superior.
Su singular construcción de altavoz, al tratarse de una combinación de unidades activas y pasivas, sería un factor crucial en la consecución de su compacto diseño. Su identidad visual se inspiró en un <i>subwoofer</i> muy exitoso y compacto, Beolab 2, lanzado un par de años antes, que exhibió verdaderamente las unidades de altavoz de una manera audaz y novedosa.
Beolab 3 incluía Acoustic Lens Technology, amplificadores ICEpower y unidades de altavoz diseñados a medida. Era capaz de ajustar su rendimiento de graves al entorno con un interruptor de posición manual. Todas ellas fueron mejoras surgidas de los vanguardistas estudios acústicos desarrollados para Beolab 5 con el fin de brindar un rendimiento de primer orden.
Diseño por fuera y por dentro El diseño sacó el máximo partido a una multitud de innovaciones tecnológicas. En lugar de ocultarlas en un armario, dejó visibles las unidades y diseñó así un estilo potente y contundente que era la réplica perfecta a su impresionante rendimiento.
Con su diseño compacto y su amplia variedad de opciones de pedestal (en el suelo, en el techo, en la pared o de sobremesa), Beolab 3 se convirtió en la solución perfecta para una configuración de sonido envolvente, ya fuera para todas sus posiciones o como un discreto altavoz trasero de asombroso rendimiento. Un altavoz moderno y compacto con un sorprendente rendimiento sonoro de pura potencia, precisión y profundidad.
Las ambiciones de Bang & Olufsen para con su primer altavoz plenamente digital eran muy altas. Un altavoz inteligente con un sonido puro y transparente que no se viese afectado por su ubicación, la decoración de la estancia o la propia posición de escucha del oyente. La introducción de sofisticada tecnología informática y algoritmos avanzados hicieron posible controlar mucho más la experiencia.
Rendimiento por encima de la belleza... con forma de Dalek Se trataba de un altavoz donde la tecnología tomaba el protagonismo y para el que se invitó a su diseñador, David Lewis, a una prueba de escucha. Describió su experiencia de la siguiente manera:
“Elaborado a partir de ladrillos y pedazos de madera y arcilla, su aspecto era bastante extraño e incoherente. Tampoco era posible describir su forma. Sin embargo, durante la prueba de escucha, me impactó la patente ausencia de obstáculos a su reproducción sonora. Mi afán era dar con un diseño que pusiera de relieve su tecnología y el reto consistía en aportar visualmente un volumen de graves contundente a un sonido tan amable. Al ubicar la unidad de graves en la base del altavoz y dirigirlo hacia abajo, emergió esta forma cónica. Las lentes acústicas de la mitad superior del altavoz flotan sobre una cuerda, para aportar ligereza visual a pesar de su peso de 61 kilos”.
Sin la aportación creativa de David Lewis y la libertad que estas compactas tecnologías aportaron a los ingenieros, el tamaño del altavoz habría sido el de un armario al uso.
Según las diversas reseñas de prensa para Beolab 5, su diseño recordaba a los Daleks de la serie británica de ciencia ficción <i>Doctor Who</i>.
Una colección de innovaciones basadas en estudios tecnológicos Beolab 5 exhibió una multitud de nuevas invenciones tecnológicas en las que los ingenieros acústicos habían estado trabajando durante muchos años. A principios de los años 80, Bang & Olufsen participó en el proyecto de investigación Arquímedes, que arrojó que la distribución de la estancia y la ubicación de un altavoz repercutía en gran medida en la experiencia de escucha. Se demostró que los reflejos procedentes de techos y paredes eran el origen de gran parte de estas alteraciones no deseadas. Para aportar al oyente un sonido puro y natural, era importante hallar una solución a estos problemas.
Un nuevo enfoque de punto óptimo de escucha... para quienes escuchan en compañía Beolab 5 fue el primer producto en introducir Acoustic Lens Technology (ALT), un diseño singular para las unidades de gamas altas y medias que aportaba una dispersión sonora en 180 grados de las frecuencias más altas, y donde los reflejos distorsionados de techo y paredes se reducían considerablemente. Esta tecnología hizo posible lograr una gran experiencia desde varios puntos distintos frente al altavoz. Como explicó nuestro ingeniero acústico de referencia: “Este es un altavoz para personas con amigos. La mayor parte de los altavoces de alta gama tienen su reproducción configurada para un único punto óptimo de escucha y, por tanto, están hechos para gente sin amigos”.
Cómo identificar los atributos de la estancia: la invención de la tecnología ABC En las gamas de altas frecuencias, encontramos especialmente útil la Acoustic Lens Technology, pero en las frecuencias graves el problema era muy diferente. Las ondas sonoras de los graves son omnidireccionales, por lo que no se puede determinar con exactitud de dónde proceden. La acústica de la estancia y la ubicación del altavoz en la misma son importantes para la experiencia sonora de los graves. Para optimizar el rendimiento de graves, es necesario que controlemos estos elementos en cualquier estancia y posición. Para ello, Bang & Olufsen inventó la tecnología Adaptive Bass Control (ABC). Se trataba de una tecnología que permitía al altavoz estudiar las características acústicas de la estancia en la que se ubicaba y determinar su propia posición dentro de este entorno.
El altavoz conoce su posición en la estancia. En función de esta información, Beolab 5 se calibra digitalmente a sí mismo para garantizar la reproducción de graves más óptima en su ubicación concreta. Un micrófono móvil emergía bajo la unidad de 15 pulgadas que emitía los graves hacia abajo para emitir un tono y medir la respuesta al mismo. De este modo, podía situarse el altavoz en cualquier punto que se desease en la estancia y dejar que la tecnología ABC ajustase su rendimiento a esta ubicación. El proceso de calibración se activaba pulsando un botón “invisible” situado en la parte superior del altavoz. Con los 2500 vatios que producían los cuatro amplificadores ICEpower de cada altavoz, el tamaño de la estancia dejó de ser un problema: para demostrarlo, el lanzamiento del producto se efectuó de hecho en una sala de conciertos.
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